sábado, 5 de abril de 2014

Reflexión sobre el matrimonio

Anoche me acosté pensando que a lo largo de mi vida he sido testigo de pocos ejemplos de matrimonios que hayan funcionado. Mis primeros recuerdos de la palabra matrimonio me llevan a las discusiones de mis padres en casa y su posterior divorcio; los terribles gritos de mis abuelos; los repetidos casos y rumores de infidelidad y abandono en la mayoría de los miembros de mi familia, amigos, vecinos y conocidos. La palabra matrimonio también me hace recordar a mis tías repitiendo entre dientes la frase "¡que duren!", después de la boda de algún primo. Los pocos casos de matrimonio de éxito que recuerdo desprendían todos ellos un halo de aburrimiento y tedio infinito, disimulado por sustantivos como respeto, cariño o compañerismo. No culpo ninguna de esas situaciones. Sé muy bien que lo que llamamos "amor de pareja" no es nada fácil. Pero me pregunto por qué nos empeñamos en repetir modelos que al parecer no acaban de funcionar. ¿Será que hay algo equivocado con la monogamia? 




domingo, 23 de marzo de 2014

De Viaje por el Río Negro II (continuación)

Uno de los momentos más bonitos del viaje fue cuando dejamos la comunidad indígena do Cartucho para ir en barco hasta São Gabriel da Cachoeira. Existe un barco de línea que une Manaos y São Gabriel, que para en pequeñas ciudades, que sin embargo no para en las pequeñas aldeas al lado del río. Para éstas existe un servicio de recogida al pasajero que funciona así: detrás del barco de línea va amarrada una lancha que va a buscar a los pasajeros de las aldeas, mientras el barco continúa su trayecto. La voadera recoge a los pasajeros y acto seguido corre atrás del barco para atraparlo. La gente, totalmente acostumbrada a esta dinámica, saltan de la lancha al barco, sin que en ningún momento nada se haya detenido. ¡Pura adrenalina!

Barco que conecta Manaus con São Gabriel

Nos despedimos de la comunidad y en la oscuridad de la noche fuimos pasando entre brazos de río. Es sorprendente cómo los tripulantes saben en qué punto del río hay piedras o dónde es más profundo. Desde los ojos de un extranjero, ¡todo parece igual! Sin contar que los tripulantes son capaces de navegar por el río durante la noche, ya que conocen el río a la perfección. Y de repente, en esa noche oscura...¡ahí está! Ese puntito de luz al final del río, como una estrella más del horizonte, nuestro destino final. La lancha corre, acelera, y el viento fresco ecuatorial refresca la noche. Llegamos al barco, saltamos y buscamos un espacio libre para colgar nuestra hamaca y empezar el viaje.

Alrededores de la comunidad indígena do Cartucho

São Gabriel es el municipio al noroeste del estado del Amazonas que hace frontera con Venezuela y Colombia. Pensamos que allí sería un lugar realmente auténtico para conocer, pero rápidamente nos dimos cuenta que no había ninguna infraestructura turística en la pequeña localidad y en pocos días se nos agotaron las opciones de entretenimiento. En el hotel no había el número de ningún guía turístico, así que fui directamente a un embarcadero a preguntar si alguien podía darme un paseo. Fue así como el barquero pensó que tenía que ponerme en contacto con el médico del pueblo, precisamente su hijo saldría al día siguiente a subir una montaña de los alrededores. Conocimos pues a una pareja de jóvenes que como nosotros venían de las grandes ciudades del sureste brasileño y nos apuntamos a su expedición, que salió a las 6 de la mañana del embarcadero. Desde allí fuimos hasta la casa del señor Guiguí, un indio tukano, que a parte de extraer oro, caucho, cazar y pescar, llevaba a algunos turistas por los senderos que había abierto su padre en la selva. 

Sierra do Cabarí

El señor Guiguí vivía al lado del río y nos fue guiando durante dos días dentro de la selva. No dejó de darme cierto respeto la escopeta que llevaba "por si algún jaguar se nos cruzaba por el camino". Con su machado iba abriendo el camino por dentro de la selva. En una ocasión se paró en lo que según él era una "encrucijada de caminos". A mis ojos, todo era pura selva, pero al parecer en ese punto se reunían varios caminos. Durante la ascensión a la montaña do Cabarí, me di cuenta de lo bien que el señor Guiguí conocía la selva y lo adaptado que estaba. Era capaz de reconocer si había caza en los alrededores por las huellas o los restos de excrementos que a mis ojos pasaban desapercibidos; sabía en qué ríos beber, qué frutas comer, cómo construir una tienda de campaña con los palos y hojas que iba encontrando por el camino. En los dos días no sudó ni una gota y comió apenas harina de yuca mezclada con agua. 

Señor Guiguí, índio Tukano

El último trecho hasta la cima fue duro: el calor era cada vez peor, había muchísima humedad, empezó a llover y el camino resbalaba...cuando querías agarrarte a un árbol te mordían las hormigas de fuego, que dolía muchísimo; si no te agarrabas a un árbol resbalabas cuesta abajo...

Finalmente llegamos a la cima, donde pasamos la noche colgados como jamones en nuestras hamacas. El señor Guiguí afirmaba que no había panteras en ese lugar, aunque decía que de joven había cazado muchas de ellas para la venta de su preciada piel. En la noche, en medio de la oscuridad, el señor Guguí nos confesó que su papai había muerto hacía poco tiempo y que le había prometido que siempre cuidaría del sendero que llevaba a la cima de la montaña, que esa era la herencia que le dejaba a su hijo. Por eso, por la mañana, el señor Guiguí se dedicó a cortar los pequeños árboles que crecían en la cima, para que no taparan la vista, que era maravillosa, sobre un océano de árboles verdes.

 
El señor Guiguí escuchando a la selva      Vistas desde la cima de la Sierra do Cabarí

miércoles, 5 de marzo de 2014

De Viaje por el Río Negro I

Eran alrededor de las seis de la tarde y empezaba a oscurecer en las selvas alrededor de Manaos. Desde nuestra salida de la gran ciudad, sólo había visto agua y selva a lado y lado del río. Si uno prestaba atención y buscaba refugio del estruendo del motor en proa era posible oír la vida que despertaba en el atardecer de la selva. El agua del Río Negro es tan oscura que los colores de la puesta del sol se reflejan en ella como si de un espejo se tratara y los barcos se deslizan tranquilamente por su superficie. Por la noche, las estrellas ocupan el firmamento y reflejan sus destellos en el río.


Así empieza el relato de mi aventura hacia el medio y alto río Negro, el principal afluente del río Amazonas. Nuestro destino era São Gabriel da Cachoeira, el último municipio brasileño en el estado del Amazonas antes de llegar a la frontera con Colombia y Venezuela. Habíamos entrado en contacto con la Comunidad Indígena do Cartucho, donde nos esperaba un grupo de indios y antropólogos, que iban a discutir la diversidad y el patrimonio de la agricultura indígena. Después de nuestro viaje en barco llegamos a Santa Isabel, donde cogeríamos una lancha rápida hasta la pequeña comunidad. En el amazonas, esta lancha rápida se llama voadeira y es que realmente parece que la lancha vuele encima del río. 


Llegamos a la comunidad al atardecer, justo a tiempo para el baño de río. Todos nos esperaban con una gran alegría. Cenamos harina de mandioca con caldo de pescado, arroz, frijoles y carne de ciervo amazónico. Por la noche empezó la reunión, que terminó al día siguiente. Dormimos con el resto de antropólogos en una casa de harina en construcción, extendiendo nuestras hamacas entre los postes que sostenían el techo. En algún lugar de la comunidad indígena se oía el sonido de un sertanejo que duró hasta que salió el sol. Para mi sorpresa, la mayoría de los hombres estaba borracho, en tal estado, que sus cuerpos cubrían todo el poblado. Al no poder aguantarse más de pie se habían dejado caer y dormitaban tranquilamente.


"Te voy a enseñar mi aldea", me dijo un joven que desprendía un fuerte olor a alcohol. Me mostró los tejados hechos de hoja de palmera, las calles de arena, la habitación que compartía con sus otros siete hermanos. Acabó pidiéndome dinero, pero ante mi negativa, aceptó a regañadientes un paquete de galletas que traía de la gran ciudad. En la reunión de la tarde eran pocos los hombres que se presentaron. La antropóloga francesa intentaba buscar una palabra en Ingatú o Tucano para describir el concepto de diversidad y patrimonio, conceptos que ellos no acababan de entender en portugués.

El tema central de la reunión era el de proteger la agricultura indígena en contra del latifundio moderno. Los indios han plantado tradicionalmente todo en la misma parcela de tierra: açaí, pimienta, mandioca, banana...con lo que una planta fija en la tierra los nutrientes que otra necesita para crecer. Proteger ese sistema de agricultura es vital para preservar la Amazonia. 

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Proceso de Selección para Trainee de Andrade Gutierrez



Trainee Andrade Gutierrez – Inscrições Abertas para 20 Vagas

He estado unos meses desconectado del blog, concentrado en el proceso de selección de la empresa Andrade Gutierrez, una de las mayores constructoras de Brasil. A diferencia de España, en Brasil son muy comunes los procesos de Traineee, lo que equivaldría a un programa de contratación de nuevos talentos. La gracia del asunto está en que la empresa no busca la experiencia ni los conocimientos del candidato, sino su potencial y perfil. Este modelo es un calco del sistema americano y es muy popular en Brasil. Algunos creen que, a falta de profesionales formados en buenas universidades, las empresas prefieren contratar a jóvenes y entrenarlos ellos mismos, de tal modo que esos 12 o 18 meses como aprendiz se convierten en un verdadero posgrado.  

En el caso de AG, el trainee pasa durante 18 meses por varias áreas de la empresa (marketing, nuevos negocios, finanzas...), en varias oficinas y por varios países, para mamar la cultura de la empresa y hacerla suya. Durante este periodo el trainee es evaluado y orientado, y al final terminará trabajando como empleado de la empresa en el área donde sus aptitudes den más fruto.

Andrade Gutierrez contrató a Cia de Talentos, una empresa de recursos humanos y de selección de personal conocida en toda América Latina. El proceso de selección constaba de las siguientes partes:

1- Selección de currículos
2- Pruebas online de lógica matemática e inglés
3- Dinámica de Grupo
4- Entrevista Personal
5- Business Game
6- Entrevista de Inglés
7- Entrevista final con los accionistas

En el programa de Trainee Andrade Gutierrez se presentaron unas 37.000 personas y había procesos de selección en Río, Lima y Lisboa. Hay que confesar que Cia de Talentos hizo un gran trabajo y me pareció una empresa bastante profesional, con personas competentes. Siempre es difícil trabajar con las ilusiones y esperanzas de jovencitos recién graduados que creen que están delante de la oportunidad de su vida. Así que dentro de lo que cabe, los candidatos fuimos tratados con respeto.

Los pruebas online me parecieron una herramienta bastante débil para analizar el potencial de los candidatos. Uno puede hacerlos desde casa, con ayuda de otras personas, pudiendo consultar diccionarios, buscar las preguntas en internet...en este sentido me hubiera parecido más lógico hacer esas pruebas de forma presencial. 

La primera dinámica de grupo consistía en la toma de decisiones de situaciones hipotéticas. En mi caso, teníamos que decidir en grupos de cuatro, qué tipo de inversión era la más rentable (energía eólica, energía hidráulica o transporte aéreo) y en qué país haríamos esa inversión (Chile, Vietnam, Italia, Canadá...). Lo importante aquí era la habilidad de convencer a los otros miembros del grupo, razonar nuestras opiniones y mostrar liderazgo. Obviamente, pocos de los que estábamos ahí teníamos idea de lo rentable que era invertir en Vietnam, pero como digo, lo importante era más el cómo lo decíamos de lo que decíamos (siempre que no sea una aberración, como en el caso de una compañera que afirmó que la energía hidráulica no tenía futuro en chile porque toda la nieve de los andes se derretiría en los próximos años). A parte de esta actividad, tuvimos que presentarnos brevemente durante tres minutos en público y vender un poco que éramos personas con liderazgo.

Yo pasé esa dinámica porque me sentí seguro, supe argumentar y el grupo terminó tomando las decisiones que yo sugerí. Después, en la entrevista personal de unos 30 minutos, me preguntaron sobre mi vida para ver si tenía ese espíritu de liderazgo que ellos buscan. En el caso de ser español, tuve la sensación que no se fiaban mucho del tiempo que iba a permanecer en Brasil. Teniendo en cuenta que la empresa invierte en el nuevo trainee, imagino que buscan a alguien que a la primera de cambio no los deje plantados. Esa entrevista también la pasé.

Posteriormente sucedió algo que me podía haber dejado fuera del proceso sin más. Cia de Talentos se comprometió a comunicarme el día de la próxima etapa pero no lo hizo. Verifiqué mi email a diario, la caja de correo no deseado, mi registro en Cia de Talentos...nada. Preocupado, mandé un email para los reclutadores y me mandaron la invitación para el business game el día antes de encerrar el proceso. Si no me hubiera puesto en contacto con ellos, habría quedado fuera del proceso sin más.

Llegó el business Game, que fue una dinámica de grupo muy similar a la anterior, con la diferencia que ahora ya no se trataba de escoger entre países, sino que teníamos datos económicos que en mi vida había visto, gráficos de balances, resultados de ganancias y pérdidas...y en 10 minutos teníamos que extraer una serie de conclusiones. Hay que añadir que en este punto ya sólo quedábamos 90 de las 37.000 personas que se habían presentado al principio, y los candidatos que había en esa sala parecían leones hambrientos rugiendo por dejar oír su opinión, dirigir el grupo y que se hiciera lo que ellos creían oportuno. Mis compañeros veían un gráfico y en menos de 5 segundos ya estaban sacando conclusiones. Más que saber sobre lo que hablaban, sabían llenarse la boca de una retórica que confundía, pero que les hacía parecer expertos del tema. Yo intenté opinar en medio de esa lucha de poder, mientras una chica increíblemente mandona apenas dejaba opinar al resto. Mientras, los analistas de recursos humanos se paseaban a nuestras espaldas anotando nuestras observaciones y actitudes. Finalmente, hubo una defensa personal e individual ante el jurado, que me fue bien, pero salí de la sala pensando que la dinámica en grupo me pasaría factura.

Y así fue. En una semana me comunicaron que no había pasado el business game. Reconozco que hubiera sido una gran oportunidad, y el salario de 5.200 reales (unos 2000 euros) me atraía bastante. Pero también es cierto que la empresa se gastó muchísimo dinero en una gran campaña de marketing, que hacía creer a los candidatos que Andrade Gutierrez era la mejor empresa del mundo. Y lo que no hay que olvidar es que no deja de ser una empresa, con cosas buenas, sí, pero con leones que van a intentar pisarte, con expectativas no cumplidas y con jefes que van a hacerte amortizar cada real que la empresa invirtió en ese proceso de selección mundial. 

El proceso fue divertido y aprendí mucho. Como español inmigrante en Brasil, me enorgulleció haber llegado hasta tan lejos (teniendo en cuenta que siempre competí con brasileños) y haber tenido la oportunidad de conocer lo que era un proceso de selección para un trainee. Pero llegado a este punto, creo que a fin de cuentas, en el juego del capitalismo, hay que escoger en qué bando jugar. Y pensándolo bien, lo que más me motiva, lo que me hace sentir vivo, es apostar por ser yo mismo el que ponga límite a mis sueños y aspiraciones, y a tener la libertad de escoger con quien lo voy a jugar.

viernes, 28 de septiembre de 2012

La mentira de la traducción juramentada en Brasil


Seguramente habréis necesitado alguna vez una traducción juramentada y os habréis quedado pasmados del precio que se cobran los traductores por unas pocas líneas. En España, para ser traductor juramentado, uno puede estudiar el grado de traducción y escoger unos créditos para convertirse en traductor juramentado o pasar un examen bastante difícil, pero que a fin de cuentas, con estudio y dedicación se consigue aprobar.. 

Pues bien, en Brasil, el tema de la traducción juramentada es un negocio redondo, pero sólo para aquellos que consiguen pasar unas oposiciones complicadísimas, que en el caso de Río de Janeiro, se convocaron el año pasado, después de 30 años sin que se abriera una sola convocatoria. Podéis imaginaros la cantidad de aspirantes que se presentaron para unas decenas de plazas. Si el traductor consigue pasar estas oposiciones su firma tiene un valor jurídico, y el aparato brasileño, amante de la burocracia, los sellos y los certificados, siempre pide ese reconocimiento jurídico en cualquier traducción. Por ese motivo, una traducción juramentada resulta desorbitadamente tan cara en este país. 

Pero no os penséis que el traductor juramentado, una vez pasa las oposiciones, se va a poner a traducir. No, no. Después de haber estudiado tanto y de haberse convertido en un profesional tan capacitado, vende su firma a empresas de traducción como en las que yo trabajo, llega un becario o un trabajador explotado que nunca ha leído un texto jurídico en su vida, y se pone a traducir lo que luego el traductor juramentado firmará, que apenas le ha echado un rápido vistazo al texto (o ni siquiera eso).

No entiendo este sistema. No entiendo cómo puede ser que en una cosa tan seria como un documento, que se supone que es oficial y que tiene que estar perfecto, se permitan estas acciones. Ya veo de qué forma se valora el esfuerzo: estudiar y aprender, no para ser un buen profesional, sino para vender tu firma y olvidarte de traducir una sola palabra en tu vida.

Enfin, espero que con la medicina no ocurra lo mismo y que no sea el becario que lleva 5 meses en el hospital, el encargado de llevar a cabo una complicada operación de riñón...

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Interpretación en São Paulo

 
El lunes a las cuatro de la tarde llega nuestro amigo el alemán (ver crónica de São Luís) con un billete de autobús en mano: "Nos vamos a São Paulo para una interpretación de Dow Chemical, el autobús sale a las once. Yo estaré en la estación una hora antes". Y con esto se va a su casa. No vamos en avión porque los billetes son demasiado caros, alrededor de unos 400 euros. Las compañías aéreas se forran: es uno de los tramos de avión más caros del mundo, teniendo en cuenta que la distancia entre ambas urbes es como la de Barcelona a Madrid. Pero claro, ni hay cercanías, ni ave, ni la posibilidad de coger tu coche y no tragarte 2 horas de cola para salir de la ciudad. 

Bueno, me voy a casa, plancho una camisa, me ducho, pongo una americana en la maleta y en taxi hasta la estación. El trayecto dura seis horas, en un autobús con unos asientos/cama muy cómodos. Llegamos a las cinco de la mañana y Paul, con su mapa con la ruta ya imprimida y con su teléfono GPS en mano, me lleva por los laberintos del metro de São Paulo. La temperatura es mucho más baja, alrededor de los 15 grados, lo que me recuerda que de hecho, en el hemisferio sur, es invierno, a juzgar por las temperaturas de 25 grados de Río. 

El metro de São Paulo ya está lleno a las cinco de la mañana y presagia lo que va a ser un día de empujones y apretujones en el metro de esta ciudad de 20 millones de habitantes. Llegamos cerca de la sede en Brasil de Dow Chemical y nos esperamos 4 horas en una panadería que queda al lado. Yo me pido un café con leche, un zumo de naranja, un bocadillo de mortadela y queso y un pão de queijo. Paul se pide un cortado. Después de dos horas se pide otro cortado, cuando yo ya me he bebido otro café y dos infusiones de menta para luchar contra el frío. (¡Quién diría que pasé dos inviernos en Berlín!)

Hablar con Paul es interesante. Según él, hay gente que después del trabajo se relaja y ve la tele, otros que van al cine y otros como él, que trabajan aún más. Y me empieza a contar todo el software que utiliza para organizar sus empresas virtuales, insiste en tener una base de dados de clientes bien organizada, y me cuenta secretos de cómo parecer un gran empresario con pocos gastos, como por ejemplo, alquilar una oficina por horas en el centro de una gran capital, donde te viene incluido en el pack un despacho, una sala de reuniones, una secretaria y hasta una máquina de café. Es sólo llevar un par de fotos en la maleta antes de la reunión con tu cliente y colgar el título en la pared. Ya sintiéndome el ser humano más vago de la tierra por ir a jugar a vóley después de trabajar nueve horas, me apunto el nombre de todas esas artimañas para ser un gran empresario.

Llegamos al edificio de Dow Chemical y todos son altos ejecutivos con corbata. Llega una chica de mi empresa de la oficina de São Paulo y empiezo a ver las diferencias culturales entre las dos ciudades. En Río cuesta ver a gente con traje. En São Paulo todos van impecables, con una seriedad que impresiona. Nada de darse dos besos como en Río: aquí una sonrisa forzada y un apretón de manos basta. Cómo dicen los brasileños en Río lo primero que te preguntan es dónde vives; en São Paulo, dónde trabajas.

Es ya el tercer congreso al que voy sin que me den ni una pista sobre el tema de la interpretación. Me siento en la cabina con los auriculares y un americano con un discurso rápido y sin pausa empieza a detallar las ventajas de adicionar una tela de poliéster dentro del cimiento para reforzar el material ante los agentes meteorológicos como la lluvia o el hielo. Cuando terminamos apenas podemos articular una palabra después del cansancio mental de la interpretación. La única pausa que Paul me permite es ir a pasear al centro comercial de delante, cambiarme los zapatos en el baño y de nuevo coger el metro hasta la estación de autobuses. 

A las dos de la tarde hay tanta gente en el metro que Paul y yo nos perdemos. A pesar de no recordar muy bien el camino, una mujer me ayuda a orientarme y consigo bajar en la estación adecuada. Para entonces, Paul ya me había llamado cuatro veces al móvil. Gente, gente y más gente. En el transbordo cogemos un tren que va por fuera y pasamos por el famoso puente de São Paulo, al lado de uno de los ríos más contaminados del mundo. El hedor es tan penetrante que parece una cloaca llena de huevos podridos. Me pregunto cómo los humanos hemos llegado a esos extremos de tener que vivir en lugares así...

Me siento mareado, tengo hambre, sueño y estoy cansado. El autobús de vuelta a Río sale a las tres de la tarde y tengo media hora para comer una ensalada. Paul se come un pan con queso. Y llegamos a las nueve de la noche a Río, después de ver en el sentido opuesto de la carretera, una cola infinita de coches saliendo de Río, una cola que se alarga por kilómetros y kilómetros. Un infierno de coches, humo y contaminación.

lunes, 27 de agosto de 2012


Humillación. Eso es lo que presencié el viernes mientras me tomaba una caipiriña de piña al ritmo de una banda de samba, mientras celebraba con mis amigos la llegada del fin de semana. No sé si habéis oído a hablar de los catadores. Son seres discretos que, en la suciedad de las calles de Río, van recogiendo latas o cartones de la basura, llevando a cabo una tarea de reciclaje importantísima, en una ciudad donde simplemente no hay reciclaje de residuos y donde todo se tira en el mismo saco. Después reciben una pequeña recompensa económica cuando consiguen reunir unos cientos de latas o cartones. Visten harapos, remueven la basura en busca de algo para reciclar y se les confunde con la oscuridad de la noche. 

Fue así cómo el viernes, oímos de repente un perro ladrar escandalosamente a un catador de unos veinte años que estaba recogiendo las latas de cerveza que la gente había tirado por el suelo. El perro ladraba descontroladamente mostrándole los dientes al pobre chico que, no sin algo de miedo, se retiró rápidamente. Dicho así parece muy elegante, pero más bien era como si estuviera ladrándole a una rata. Nadie se movió, la gente se libró de ese estorbo y fue sólo un niño de la calle el que salió corriendo a detener al perro, que seguía ladrando. En mi mesa intentamos gritarle sin éxito al perro, que una vez espantó al catador, volvió removiendo la cola en busca de alguna caricia. 

Yo me quedé atónito. ¿Cómo había reconocido el perro que ese chico era un catador? ¿Por qué no le ladró a ninguno de los que estábamos en las mesas del bar? Primero pensé que los dueños le habrían enseñado a ahuyentar todo lo que pudiera ser una molestia para sus clientes, pero creo que no, que el perro solito supo que esa persona tenía algo o hacía algo diferente. Y me pareció humillante que un perro pulgoso reaccionara de modo tan distinto ante dos seres humanos, y que a nosotros nos removiera la cola para que le rascáramos detrás de la oreja.