miércoles, 5 de marzo de 2014

De Viaje por el Río Negro I

Eran alrededor de las seis de la tarde y empezaba a oscurecer en las selvas alrededor de Manaos. Desde nuestra salida de la gran ciudad, sólo había visto agua y selva a lado y lado del río. Si uno prestaba atención y buscaba refugio del estruendo del motor en proa era posible oír la vida que despertaba en el atardecer de la selva. El agua del Río Negro es tan oscura que los colores de la puesta del sol se reflejan en ella como si de un espejo se tratara y los barcos se deslizan tranquilamente por su superficie. Por la noche, las estrellas ocupan el firmamento y reflejan sus destellos en el río.


Así empieza el relato de mi aventura hacia el medio y alto río Negro, el principal afluente del río Amazonas. Nuestro destino era São Gabriel da Cachoeira, el último municipio brasileño en el estado del Amazonas antes de llegar a la frontera con Colombia y Venezuela. Habíamos entrado en contacto con la Comunidad Indígena do Cartucho, donde nos esperaba un grupo de indios y antropólogos, que iban a discutir la diversidad y el patrimonio de la agricultura indígena. Después de nuestro viaje en barco llegamos a Santa Isabel, donde cogeríamos una lancha rápida hasta la pequeña comunidad. En el amazonas, esta lancha rápida se llama voadeira y es que realmente parece que la lancha vuele encima del río. 


Llegamos a la comunidad al atardecer, justo a tiempo para el baño de río. Todos nos esperaban con una gran alegría. Cenamos harina de mandioca con caldo de pescado, arroz, frijoles y carne de ciervo amazónico. Por la noche empezó la reunión, que terminó al día siguiente. Dormimos con el resto de antropólogos en una casa de harina en construcción, extendiendo nuestras hamacas entre los postes que sostenían el techo. En algún lugar de la comunidad indígena se oía el sonido de un sertanejo que duró hasta que salió el sol. Para mi sorpresa, la mayoría de los hombres estaba borracho, en tal estado, que sus cuerpos cubrían todo el poblado. Al no poder aguantarse más de pie se habían dejado caer y dormitaban tranquilamente.


"Te voy a enseñar mi aldea", me dijo un joven que desprendía un fuerte olor a alcohol. Me mostró los tejados hechos de hoja de palmera, las calles de arena, la habitación que compartía con sus otros siete hermanos. Acabó pidiéndome dinero, pero ante mi negativa, aceptó a regañadientes un paquete de galletas que traía de la gran ciudad. En la reunión de la tarde eran pocos los hombres que se presentaron. La antropóloga francesa intentaba buscar una palabra en Ingatú o Tucano para describir el concepto de diversidad y patrimonio, conceptos que ellos no acababan de entender en portugués.

El tema central de la reunión era el de proteger la agricultura indígena en contra del latifundio moderno. Los indios han plantado tradicionalmente todo en la misma parcela de tierra: açaí, pimienta, mandioca, banana...con lo que una planta fija en la tierra los nutrientes que otra necesita para crecer. Proteger ese sistema de agricultura es vital para preservar la Amazonia. 

1 comentario:

Camila dijo...

Para los que nos gustan los viajes como a mi esta bueno tener la posibilidad de llegar a distintos sitios nuevos para conocer. En general suelo elegir destinos con playas para disfrutar de tirarme a descansar y por eso estaba buscando pasajes a rio de janeiro