miércoles, 27 de junio de 2012

Día a día en Río (Parte I)

Bueno, hoy me siento en plena forma para escribir y relataros algunas cosas que me hacen gracia de este país. La crónica de mí día a día os va a parecer genial:

Son casi la una de la mañana en Mordor, el bonito lugar en el que me hospedo. Pensaba que la basura en la puerta de casa sería lo peor que me iba a encontrar, o la cantidad de seres extraños que vagabundean enfrente de casa hincando el diente a una pierna de pollo que han rescatado de alguna bolsa de basura; o el hollín que desprenden los coches; o el perfume que emana de los charcos con agua putrefacta con huevos de mosquito...No, lo peor son los mosquitos, que aquí les llaman (pernilongos o piernas largas). 

Pues bien, a la una de la mañana me dispongo finalmente a dormir mis pocas horitas hasta que suene el despertador...pero llegan ellos. Y lo hacen con toda su pompa. Se pasean por tu oreja, te despiertan y cuando enciendes la luz ya no están. Son súper inteligentes y rápidos, mucho más que los europeos. Intento ahuyentarlos con el anti mosquitos en el enchufe, pero siguen ahí. Intento taparme con una sábana, pero ¡ay de mí que me deje un dedo fuera! Ellos aprovechan para morder. Así hasta que les declaro la guerra y decido comprar una mosquitera...pues creedme que en una ciudad con dengue, no encontré ni una mosquitera. Incrédulo, decido comprar una tela parecida en una tienda de vestidos de novia y me envuelvo con ella por la noche. Pero claro, al cabo de pocos minutos me estoy ahogando con la tela que me toca la nariz, aparte de que por un lugar o por otro consiguen entrar y picarme...cuando lleno de desesperación e impotencia los veo gorditos volando hacia los charcos putrefactos a alimentar a sus crías, decido conectar el ventilador cual huracán y me enrosco en mi sábana. 

De este modo empiezo el día lleno de energía y con alegría para encarar 10 horas en una oficina que es digna de un buen relato. En el baño minúsculo en el que dos personas a la vez no pueden lavarse los dientes (no exagero) me encuentro a un alemán afeitándose. Hm...Muy bien. Me contorsiono para lavar mi manzana con un agua que los días lunes siempre sale marrón por quedarse parada durante 2 días. Ese va a ser mi único desayuno, porque de camino al trabajo por poco piso a un mendigo que dormía en una calle de lo más agitada y me dice que tiene hambre. Y bueno, no sin quedarme algo contrariado, le entrego mi bocadillito caliente de jamón y queso. Al fin y al cabo, yo me puedo comprar algo después...

Empieza así un día excitante de traducciones juramentadas y técnicas. Más que traducción sería busca-cada-estrambótica-palabra-en-el-diccionario porque para empezar, no entiendo ni el texto en español, así que imaginaros la traducción que puede salir de ahí. En mi mesa minimalista me empiezan a doler las piernas y me levanto. Me siento de nuevo y entonces llega Morfeo. Me levanto, visito a mi queridísima amiga La Máquina de Café Acuoso (¡qué sería de mi sin ella!) y me vuelvo súper motivado a mi silla. Sólo quedan 9 horas...La de mi lado estornuda, se saca los mocos y los tira en la basura que tengo al lado. Por suerte no son verdes y es que sólo tiene alergia la pobre. Por eso la oigo a cada rato sorbiéndose los mocos. Ver sus dimensiones me hace pensar en lo que me podría convertir si me quedara en este trabajo un tiempo largo. Como mi supervisor, que apenas entra por la puerta del baño. 

Hoy ha sido gracioso,  porque mientras me lavaba los dientes después del almuerzo he presenciado un espectáculo de vientre casi pirotécnico, que me ha dejado atolondrado. Cuando ha salido estaba todo feliz y sonriente, y yo no podía aguantarle la mirada de la vergüenza ajena que sentía. Hay que decir que los brasileños cuidan MUCHO sus dientes y se ponen todos con el hilo dental a sacarse los restos de comida, mientras los otros hacen sus necesidades a centímetros más allá. De regreso a mi mesa, como premio, el francés de al lado se está cortando las uñas.

(Continuará...)

1 comentario:

Ferran Porta dijo...

Collons, nen, quin panorama :-S