Creo que
es una de mis expresiones favoritas y que refleja el bajo grado de
productividad de muchas empresas donde todos quieren mandar. Hoy en el puesto de zumos estaba pensando en
ello. Éramos dos clientes y había nada menos que ocho personas en la barra para
atendernos. Entre esos ocho había como tres gerentes, un supervisor y un
cobrador en la caja. Me ha recordado a mi empresa, en la que aunque no haya
trabajo, hay que hacer ver que sí lo hay y cumplir a rajatabla las nueve horas
en la oficina, aunque sea a base de sentarse en el WC para leer un libro o a
base de leer el periódico por internet. Productividad no es el punto fuerte de
Brasil. Igual por eso hay una tasa de paro tan baja. A
continuación, una serie de trabajos de lo más productivos e interesantes:
Hombre-cartel: se queda de pie en la calle con un cartel publicitario colgando de sus hombros gritando
para que la gente lo mire.
Recitador de precios en el súper: micrófono en mano para añadir
más ruido del que ya existe en un súper. Se trata de un hombre que te grita a
la oreja la última promoción del día.
Cobrador en el autobús: parece que aquí aún no se han
descubierto los increíbles beneficios de animar a la gente a usar una tarjeta de
autobús. Como tanto da si pagas el billete con antelación que al momento, la
mayoría lo compra directamente en el autobús y se crean unas colas inmensas,
que contribuyen a empeorar el tráfico. Para que el conductor no tenga que
cobrar y conducir a la vez (aunque sí puede bailar samba y hablar por teléfono
mientras conduce) existe un habitáculo gigante en medio del autobús para el cobrador.
Este lugar le quita al autobús casi un cuarto de su espacio, y de este modo, la
gente puede ir aún más apretada.
Vendedor de lupas: un día vi a uno
por la calle todo feliz y me escondí detrás de una farola para ver si
realmente alguien se acercaba para comprarle una lupa. Pues no os lo
creereis, pero en 15 minutos vendió tres lupas. Increíble...
Notarías express: amantes de la burocracia, todo
tiene que tener el sello de un Cartório
u oficinas notariales, que están por todas partes. Te piden el sello del
notario hasta para abrirte una cuenta en el banco. De este modo, se le puede
dar trabajo a una inmensa red de personas que trabajan en notarías de toda la
ciudad.
Empleadas de hogar: cuestan unos R$ 100 por 8
horas, que equivalen a 40 euros y casi todas las casas de la zona rica tienen
una o más. Es obvio que exista un cuarto para la empleada, que os aseguro, es
mejor que mi apartamento en el centro. Hasta los estudiantes tienen empleada en
casa, con lo que aquí, esa diligencia alemana de limpiar la casa una vez por
semana no existe.
Portero: aunque duerma, se pase dos horas para
almorzar o vea la tele todo el día, hay que desembolsar un mínimo de R$ 200 al
mes para mantener a un portero en la escalera.
Secretaria: no sabe nada y todo tiene que preguntárselo al
gerente, pero al menos te brinda cada mañana una amplia sonrisa.
Pero no
os preocupéis. Aquí todo es belleza… Porque lo que en España sería un “vale” o
en EEUU un “Ok”, en Brasil equivale a la palabra “belleza”. Y cuando algo está
bien, significa que está “tranquilo”. Para terminar os reproduzco una típica
conversación de ascensor en una mañana cualquiera en Río:
- E aí, tudo bem?
- Tudo tranquilo. E você?
- Tudo joia.
- Qué beleza…
- E aí, tudo bem?
- Tudo tranquilo. E você?
- Tudo joia.
- Qué beleza…
¿Para
qué estresarse? Me voy a hacer ese ya tan conocido viaje a la máquina de café y
a intercambiar un par de beleza por el pasillo…
1 comentario:
No crec que sigui traició de memòria... juraria que recordo quan els busos de Barcelona tenien cobrador!
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